EL PLANETA TIERRA Y NUESTRA SUPERVIVENCIA: una respuesta a la reforestación…
Por: , elIntroducción
El surgimiento de la conciencia en la sociedad civil del cuestionamientos de cuánto aguanta la Tierra en su generosidad, al proporcionarnos todas las condiciones para que podamos vivir, reproducirnos y coevolucionar, nos lleva a visualizar panoramas en donde el hombre entiende que hemos de vivir dentro de las capacidades de suministro y reposición propios de la Tierra, evitando así, la huella ecológica (c.f. Rees & Wackernagel, 1977). El buen uso de lo anterior puede surgir de la equidad en la repartición de bienes y el carácter desigual de todo proceso de producción y consumo mundial elevado. Nosotros, no vivimos solamente sobre la Tierra. Somos la propia Tierra que siente, piensa, ama, sueña, venera y cuida.
La reforestación del terreno surge como una necesidad ante nuestro insostenible modo de vivir que manifiesta la Carta de la Tierra, bajo su ideal de modo sostenible de vivir. Esta necesidad va ligada a la nueva conciencia sobre el principio-Tierra y la eco-sencillez (en Boff, 2008; 2009), con la premisa de preservar la materia común y garantizar que tenga futuro, dado que viene siendo construida desde hace aproximadamente 4.600 millones de años y, merece seguir existiendo, al condicionarnos a “reducir, reutilizar, reparar, y reciclar”.
La reforestación es una acción ante los desastres socioambientales, obligándonos a pensar en la instauración de una ley nacional de responsabilidad socioambiental (Boff, 2011).
Reforestación y democracia socioambiental
Las campanas fallidas del gobierno-empresas, como algunas de reforestación, se olvidan de la responsabilidad social y la cuestión ecológico-ambiental, con la obligación que asumen las empresas de buscar metas que, a medio y largo plazo, sean buenas para ellas y también para el conjunto de la sociedad en la cual están ubicadas. No se trata de hacer para la sociedad, lo que sería filantropía, sino con la sociedad, involucrándose en proyectos elaborados en común con las universidades, ONGs y otras entidades. El mayor enemigo de la responsabilidad social es el capital especulativo.
No basta la responsabilidad social, debe ser socioambiental. Estamos dentro de la naturaleza y somos parte de ella. La naturaleza puede vivir sin nosotros como lo hizo durante miles de millones de años, pero nosotros no podemos vivir sin ella. Por lo tanto, lo social sin lo ambiental es irreal. Somos irresponsables con la naturaleza, cuando derribamos árboles. Se debe de perseguir una democracia socioambiental. En primer lugar, hay que ecologizar el paisaje invisible en el legislativo de la política y la economía, además que el tipo de desarrollo y de educación dominantes están destruyendo el superorganismo vivo que es la Tierra (Loverlock, 2006). Porque en una civilización avanzada, esas son una de las principales fundaciones de su existencia (Downton, 2009).
Esta nueva conciencia, fruto de la mundialización, de las ciencias de la Tierra y de la vida incluyendo, la ecología, nos muestra un camino a seguir: entender que todas las cosas son interdependientes y que ni siquiera las oposiciones están fuera de un Todo dinámico y abierto. Hay que entender cómo trabajar con el pueblo (Fray Clodovis Boff) bajo una perspectiva holística fundada desde los procesos educativos.
De la Ecópolis y la Permacultura
Para confrontar temas críticos, es necesario aun la experimentación, pero qué mejor que reutilizar e implementar lo ya descubierto. En base al futuro de las geociencias (Rubio-Cisneros, 2011), su justificación encaminada al currículum científico terrestre y la interdependencia a subdisciplinas científicas, surgen acciones para edificar ideas arquitecturales en pro de las “Ecópolis” bajo la epistemología de la ecología urbana y, sin olvidar el diseño holístico de la Permacultura. Todo es una serie de caminos interdisciplinarios en búsqueda de un bien común, con fundamento en bases del currículum científico de la ciudadanía.
Las ciudades son creaciones frágiles, en balance con la corteza terrestre (Spirn, 1984). Se tiene que cambiar el concepto urbanístico, atacando las premisas que se infunden en las universidades acerca de que el propósito de las ciudades y su operación constructiva son para crear un ambiente parecido a un sistema con vida. Lo anterior debe de ser excluido, debido a que no se contempla que el lugar mismo en donde se edifica una ciudad es ya un sistema vivo, la Tierra. Y es de donde se parte para implementar y edificar bajo las pautas de un diseño permacultural hacia las estrategias para una nación alternativa mediante; basado en un sistema de ensamble de material conceptual y estratégico con un patrón que funciona para beneficio de todas las formas de vida.
Las promesas del gobierno para “cumplir” y solapar baches arquitecturales en macro ciudades a fin de contener la demanda para un ambiente sano, generan campañas mediáticas tales como el día del árbol, el día del apagón entre otros. Lo anterior no es más que la incapacidad del actual sistema político a contrarrestar las necesidades de subsistencia de un sistema con vida. El poderío de agentes tecnológicos que hemos desencadenado en contra del medio ambiente incluye muchos de los mismos agentes que requerimos para su reconstrucción (Bookchin 1981)
Cuestionamientos a las campañas de reforestación…
Las campañas de reforestación además de distribuir árboles, deben de infundir la razón de la existencia y propósito de un árbol sobre la superficie terrestre. Los árboles son del planeta Tierra. El árbol es un ente ejemplar, con características esenciales de una unidad básica que ejerce una transacción y moderación de la energía (e.g., sol, viento y precipitación) en su medio físico del sistema, conformado por las distintas esferas terrestres: hidrosfera, biosfera-noosfera (c.f. Vernadsky, 1945), atmósfera, corteza terrestre. Un árbol es fundamental para el ciclo de la naturaleza. También es necesario fomentar las consecuencias por deforestación, incluyendo que al momento de cortar un árbol nos atenemos al costo de las sequías, a la pérdida de agua en el sistema, pérdida de nutrientes en el suelo, y a la alza de sales minerales que impiden restaurar la salud del suelo. Lo anterior nos lleva como nación a un interminable ciclo de pago deducible de nuestros impuestos para la rehabilitación a manos del Estado.
Debemos reconocer que la reforestación del planeta es un derecho que se nos está manipulando. Y entender que todo ser vivo está interconectado con el Planeta Tierra, y que cualquier alteración en los factores de equilibrio terrestre, como los árboles, afecta otras partes del sistema. Si tan solo pudiéramos comprender lo que un árbol hace por nosotros, y el beneficio que es para la vida en el planeta Tierra, seríamos capaces de considerar a todos los árboles como hermanos y hermanas (Mollison, 1988).
Si queremos conocer la ecología de las ciudades que no pasaron bajo las pautas de un diseño integral con la Madre Tierra, previo a su edificación, es imperante y de primera instancia tomar en cuenta los componentes culturales y los aspectos físicos, químicos y bióticos, en implementarlos como las propuestas del Árbol Urbano (Hoffman, 1983). Sin árboles nuestra atmósfera se va alterar en composición y los sistemas vitales van a perecer.
Necesitamos un cambio cultural. Esto ocurre en los cimientos o raíces de las comunidades y ciudadanos comprometidos, pero pueden ser aceleradas por acciones de apoyo comunal, una legislación inteligente, y eso es la responsabilidad del gobierno. Imaginemos vivir en una excitante y hermosa ciudad que retoma el verdadero significado de la armonía con la Madre Tierra, en donde el paisaje encaja con la ecología del terreno. Otro mundo es posible.
Evitemos la crisis forestal, que solo configura una irreversibilidad del sistema, y hagamos que prevalezca el cuidado por nuestro destino común. Tengamos una conciencia lúcida, llave para el equilibrio futuro de la vida y de la Tierra. Apoyemos metas ecológicas integrales.
Hagamos silencio no solo por lo árboles caídos si no como dice Vicente Huidobro, por los que van a nacer.
REFERENCIAS
- Bookchin, M., 1981, Toward an Ecological Society, Black Rose Books Ltd., p. 1-13.
- Downton, P.F., 2009, The Aesthetics of Ecopolis, Ecopolis: Future City, Springer Netherlands, p. 159-177.
- Hoffman, A., 1983, El árbol urbano en Chile, Fundación Claudio Gay Ed., 255p.
- Boff, L., 2008, Principio Tierra. http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=258
- Boff, L., 2009, Eco-sencillez. http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=312
- Boff, L., 2011, ¿Una ley de responsabilidad socioambiental? http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=420
- Lovelock, 2006, The Revenge of Gaia: Why the Earth Is Fighting Back - and How We Can Still Save Humanity. Santa Barbara (California): Allen Lane. ISBN 0-7139-9914-4.
- Mollison, B., 1988, Permaculture: A designers’ manual, Tagari Ed., 565p.
- Rees, W., & Wackernagel, M., 1996, Urban ecological footprints: Why cities cannot be sustainable - And why they are a key to sustainability, Environmental Impact Assessment Review, v. 16, p. 223-248.
- Rubio-Cisneros, I.I. 2011, Introduction for the Future of the Geological Earth Sciences in correspondence with Permaculture Design, Permacultura.MX. https://www.permacultura.mx/es/report/the-future-of-geological-sciences/
- Spirn, A.W., 1984, The Granite Garden: Urban Nature and Human Design. Basic Books, New York, 334p.
- Vernadsky, W.I., 1945. The biosphere and the noosphere. American Scientist 33, 1–12.
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