DIAGNÓSTICO PRELIMINAR: Iniciativa Para El Manejo y Tratamiento de Arbolado Urbano
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INTRODUCCIÓN
El diseño de la construcción de asentamientos humanos actual ha dejado una importante huella ecológica en el planeta, que de manera significativa contribuye con arrasar las condiciones naturales de los ecosistemas nativos, para ser sustituidos por pavimento caliente e inhóspito, con calles impermeables, entre mega-construcciones dependientes de todo recurso disponible que exceden las capacidades de suministro y reposición propios de la Tierra, nuestro hogar común.
Los actuales espacios urbanos carentes de vida suplen a aquellos paisajes naturales y nativos que alguna vez existieron, y ahora son destinados a desarrollar continuamente un modelo de vida consumista con trato criminal para con los ciclos naturales del planeta y la sobrevivencia de la especie humana. Este patrón arquitectural acelera la descomposición del proceso de producción, distribución y consumo de bienes. Por primera vez México afronta una crisis múltiple: climática, alimentaria, política y energética. La historia nos ha mostrado que una crisis es una configuración irreversible del sistema que la desencadenó, ante la incapacidad de contrarrestar las necesidades de subsistencia de un sistema con vida. A pesar de las actuales condiciones nacionales en las que opera el país, aun estamos en posibilidad de crear las condiciones necesarias para frenar una catástrofe en nuestra entidad federativa.
Con el advenimiento de la civilización moderna, los bosques del planeta han sido asolados y el abuso de la Madre Tierra se ha encrudecido al acabar con su capa superficial, el suelo. Los bosques están siendo cosa del pasado. Ahora el único “suelo” en las ciudades es el que se produce por el depósito de partículas menores a una micra que viajan suspendidas en el viento. El hombre sigue pensando en pasar desapercibido el daño que hace a su único hogar. Nosotros, no vivimos solamente sobre la Tierra, somos la propia Madre Tierra que siente, piensa, ama, sueña, venera y cuida.
LA REFORESTACIÓN
La reforestación del terreno surge como una necesidad ante nuestro insostenible modo de vivir que manifiesta la Carta de la Tierra, bajo su ideal de modo sostenible de vivir. Esta necesidad va ligada a la nueva conciencia sobre el principio-Tierra y la eco-sencillez (en Boff, 2008; 2009).
La reforestación es una acción ante los desastres socioambientales, obligándonos a pensar en la instauración de una ley nacional de responsabilidad socioambiental (Boff, 2011). La legislación en puerta y su contenido para ejercer la iniciativa de ley sobre el manejo y tratamiento de arbolado urbano en el estado de Nuevo León, debe de articular entre el contrato natural y el social. Este dictamen debe de contener un valuable civismo que fomente la vida solidaria a nivel heroico, que es como tenemos que vivir para evitar nuestra desaparición. Esta ley debe de sincronizarse con la aprobación de la declaración universal del Bien Común de la Tierra y la Humanidad específicamente en los centros urbanos.
Necesitamos un cambio cultural. Esto ocurre en los cimientos o raíces de las comunidades y ciudadanos comprometidos, pero pueden ser aceleradas por acciones de apoyo comunal, una legislación inteligente, y eso es la responsabilidad del gobierno. Lo anterior no es más que la incapacidad del actual sistema político a contrarrestar las necesidades de subsistencia de un sistema con vida.
El hecho de que un árbol no hable no quiere decir que no tenga vida. Un árbol vivirá con nosotros, nos dará sombra, comida y mantendrá un clima estable, entre muchos otros beneficios.
LA CIUDAD Y EL ARBOL URBANO
Las ciudades son creaciones frágiles, en balance con la corteza terrestre (Spirn, 1984). Actualmente las ciudades con sus construcciones que constituyen un medio del tipo rocoso, que es un excelente conductor de calor, hacen que la refracción y la absorción de las radiaciones vayan en aumento al reducir la humedad relativa. Entretanto que el agua de lluvia carece de un buen manejo, elevando la deshidratación de las áreas verdes y la resequedad en el ambiente. Las plantas contribuyen a mortiguar las oscilaciones térmicas, disminuyendo así la aridez del clima urbano.
La mayoría de las tierras publicas o bienes comunes del entrono urbano como lo son los parques, jardines, las laderas del camino, aceras, glorietas, etc., las encontramos con frecuencia con poca o sin vegetación. Mientras que lo que se busca es contribuir al potencial que pudieran tener estos espacios con fines distintos y múltiples beneficios para la población. Debemos cambiar nuestra forma de relacionarnos con la Naturaleza, esto incluye cambiar las acciones y el estado de conciencia de la sociedad civil sobre el manejo y transformación de nuestros “residuos” en recursos. Además de convertir los desafíos en oportunidades para que tener condiciones favorables para vivir, reproducirnos y coevolucionar.
Se tiene que cambiar el concepto urbanístico, atacando las premisas que se infunden en las universidades acerca de que el propósito de las ciudades y su operación constructiva son para crear un ambiente parecido a un sistema con vida. Lo anterior debe de ser excluido, debido a que no se contempla que el lugar mismo en donde se edifica una ciudad es ya un sistema vivo, la Tierra. Este parteaguas académico ayuda a implementar y edificar las pautas de un diseño permacultural hacia las estrategias para una nación alternativa; basada en un patrón de diseño urbano que funciona para beneficio de todas las formas de vida.
Si queremos conocer la ecología de las ciudades que no pasaron bajo las pautas de un diseño integral con la Madre Tierra, previo a su edificación, es imperante y de primera instancia tomar en cuenta los componentes culturales y los aspectos físicos, químicos y bióticos, en implementarlos como las propuestas del Árbol Urbano (Hoffman, 1983). Sin árboles nuestra atmósfera se va alterar en composición y los sistemas vitales van a perecer.
EL ÁRBOL URBANO Y EL HOMBRE
El hombre en su afán por dominar omite en su análisis la comprensión de la Naturaleza que lo rodea; de lo que significan los parques y jardines; de no saber nombrar los árboles de las calles, y lo que es peor, ni siquiera se da cuenta de que existe sendas conducentes a un reencuentro con la armonía ya perdida.
No existe sobre la Tierra otros seres vivos tan grandes ni tan impresionantes como las numerosas especies de árboles que se yerguen sobre gran parte de la tierra firme y que poseen una esperanza de vida que sobre pasa la de la mayoría de los seres vivos.
Un árbol se hace dependiente del lugar en el que se encuentre, desarrollándose bajo las condiciones del medio local, que en general no pueden ni deben cambiarse si estas no lo benefician. En las ciudades el hombre debe crear las condiciones apropiadas para el árbol y en mejor medida crear legislaciones y campañas de reforestación, que además de distribuir árboles, deben de infundir la razón de la existencia, el propósito y los beneficios de un árbol sobre la superficie terrestre. Los árboles son del planeta Tierra.
El árbol es un ente ejemplar, con características esenciales de una unidad básica que ejerce una transacción y moderación de la energía (e.g., sol, viento, clima, precipitación, biodiversidad) en su medio físico del sistema, conformado por las distintas esferas terrestres: hidrosfera, biosfera-noosfera (c.f. Vernadsky, 1945), atmósfera, corteza terrestre.
Un árbol es fundamental para el ciclo de la naturaleza, ayudando también a:
- controlar la contaminación del aire,
- mitigar la polución acústica,
- desarrollar habitas para fauna,
- aumentar de la biodiversidad,
- producir comida,
- fomentar la conciencia ecológica e identidad cultural de la comunidad,
- favorecer a la salud mental,
- física y de recreación para la población,
- y finalmente como uso estéticos que incrementan el valor inmobiliario (plusvalía).
La importancia de los árboles es imponderable y como especie tenemos la tecnología necesaria para disminuir las condiciones letales que conlleva a la crisis forestal urbana. El poderío de agentes tecnológicos que hemos desencadenado en contra del medio ambiente incluye muchos de los mismos agentes que requerimos para su reconstrucción (Bookchin 1981).
Todos los beneficios derivados de manejo y tratamiento del arbolado urbano pertenecen al Bien Común de la Madre Tierra y de la Humanidad, por ser estos parte de los recursos naturales como el aire, los suelos, la fertilidad, la flora, los genes, los microorganismo y las muestras representativas de los ecosistemas naturales, y los productos alimenticios con respecto a los cuales se prohíbe todo tipo de especulación.
Se deben implementar ideas innovadoras en el diseño del plano urbano en donde nos reintegremos con los árboles nativos.
DIAGNÓSTICO: iniciativa de ley del arbolado urbano
No solo se trata de una iniciativa de ley con contenido sobre el manejo y tratamiento del arbolado urbano, de quien pueda o no pueda podar o transplantar, además las causas del derribe y quien lo autorice y el qué se hace con el manejo del aprovechamiento de los residuos; sino que por que ley se planten, se protejan, y mantengan los árboles regionales dentro de los asentamientos urbanos, y se creen espacios concepto como el de las “islas biológicas urbanas”. Necesitamos una ley con utilidad benéfica para el hombre y su entorno natural bajo el concepto del Bien Común. Esto se basa en que las acciones humanas tienen consecuencias y que estas pueden ser beneficiosas o dañinas para el resto de la comunidad humana o la naturaleza.
La operación, manejo tratamiento, y restitución del arbolado urbano debe de quedar fuera de todo negocio, ya que lo que se busca es retribuir a la naturaleza y a nosotros mismos, al fundar las condiciones necesarias para su y nuestra existencia con el fortalecimiento de acciones verdaderamente ecológicas y humanas.
“No se trata de hacer para la sociedad, lo que sería filantropía, sino con la sociedad, involucrándose en proyectos elaborados en común con las universidades, ONGs y otras entidades. El mayor enemigo de la responsabilidad social es el capital especulativo”. Debemos reconocer que la reforestación del planeta es un derecho que se nos está manipulando.
ISLAS BIOLÓGICAS URBANAS Y SU JUSTIFICACIÓN
Las “islas biológicas urbanas” se podrían definir como pequeños ecosistemas diseñados e integrados en puntos estratégicos de zonas urbanas, donde se concentra la mayor vegetación posible que trabaja entre sí en el menor espacio promoviendo al desarrollo de fauna y alimentos silvestres. Con este diseño holístico podemos entremezclar el arbolado urbano con la cosecha del agua de lluvia, la creación de hábitats para la vida silvestre y una medida para atacar a la crisis de alimentos. Estas estructuras verdes y sus patrones de diseño favorecen a realzar las capacidades naturales de transacción y moderación de la energía del medio físico del sistema antropogénico urbano.
La mejora continua sobre la instauración de “islas biológicas urbanas” fomenta la creación de nodos entre otras “islas biológicas urbanas” del plano urbano, que al momento de madurar sus especies arbóreas tienden a desarrollar corredores biológicos urbanos. Una isla biológica urbana madura se auto-riega, evitando la pérdida del agua por riego artificial infiltrando el agua de lluvia al subsuelo y además se auto-fertilizan reduciendo costos de insumos externos.
Las plantas nativas de alimentos son elementos constructores fundamentales en el diseño y la subsistencia del ciclo natural de las “islas biológicas urbanas”, haciendo posible trascender de un ecosistema urbano a un agro-ecosistema urbano. En general se busca una fértil producción de alimentos para empatar el legislativo con las garantías constitucionales sobre la alimentación y salud del pueblo mexicano; si contribuimos a una abundancia no es necesaria la tomar excesiva de recursos de zonas externas y lejanas de nuestra entidad federativa.
Las señales de cómo hacer florecer una Ecopolis y contrarrestar un peligro están presentes en los grandes sistemas vivos terrestres, los corredores biológicos, las selvas y los bosques, ahí afuera con libre acceso para que todos lo vieran e interpretemos y reproduzcamos su funcionamiento natural. Las “islas biológicas urbanas” surgen de un diseño holísco con visión reintegradora entre las estructuras arquitectónicas del plano urbano y los elementos naturales del paisaje. Hemos de ascender nuestra revolución como especie hacia la Naturaleza y no desde la Naturaleza.
Para asegurar el Bien Común de la Madre Tierra y de la humanidad las prácticas y actividades relacionadas con la poda, el derribo del árbol y sus partes, además de la alteración y modificación del uso de suelo sobre el cual estaba erguido el espécimen forestal, deben de ser condicionadas en retomar los conceptos de “reducir, reutilizar, reparar, y reciclar”. Estas pautas garantizan que los residuos puedan ser asimilados por los sistemas ecológicos y buscar el buen vivir a partir de la soportabilidad de los ecosistemas. El depósito y propósito que se le debe de dar a los recursos, productos orgánicos y residuos como lo es la hojarasca y las ramas de podas deben ser para la generación de mulch. Por lo que la práctica de acciones como el derribo, despunte, y triturado deban de ser hechas con retribución al árbol.
El mulch aumenta la velocidad a la que la lluvia es absorbida por el suelo, minimiza la perdida del agua por evaporación y fertiliza de manera natural al suelo. Por lo tanto un árbol en cuya periferia predomina el Munch, se favorece al descomponer los nutrientes esenciales que el árbol necesita de forma natura, encausando la continuidad del ciclo de la génesis de la vegetación y el suelo.
El recurso natural agua, es necesario para la vida del árbol urbano, este debe de estar contemplado dentro de la legislación, al diseñar un manejo del líquido por desviarlo de zonas de captación como banquetas, calzadas, patios, estacionamientos y del paisaje de la vía pública en general, a las “islas biológicas urbanas” antes de su desembocadura en la redes de desagüe y alcantarillado pluvial. Lo anterior hace posible que las “islas biológicas urbanas” ayuden a reducir el peligro por inundaciones de las zonas bajas de la ciudad, además de servir como filtros naturales al mejorar la calidad del agua pluvial.
UNA LEGISLACIÓN PARA EL BIEN COMÙN: manejo y tratamiento El Árbol Urbano
Las leyes naturales están antes de la aparición del hombre en el planeta. Lo anterior debe de ayudar a la creación de una legislatura colectiva a las políticas sociales, al contemplar que el lugar mismo en donde se edifica una ciudad es ya un sistema vivo con leyes naturales propias a ser respetadas. Hay que ecologizar el paisaje invisible en el legislativo de la política y la economía. Esta ley debe de estar amparada bajo una ley de responsabilidad social (Boff, 2011). En caso particular, la iniciativa de ley para el manejo y tratamiento de arbolado urbano en el estado de Nuevo León debería de hacer valer la función de lo establecido en la Carta de la Tierra.
Esta iniciativa debe de estar fundamentada en el aparato y las consideraciones pertinentes sobre los componentes esenciales de toda ciudad: su ordenamiento territorial, los aspectos físicos, químicos y bióticos, incluyendo el estado actual del tejido social; todos necesarios para establecer el tratamiento o diagnóstico adecuado al dictaminar la iniciativa del “Árbol Urbano”.
Evitemos la crisis forestal, que solo configura una irreversibilidad del sistema, y hagamos que prevalezca el cuidado por nuestro destino común. Tengamos una conciencia lúcida, llave para el equilibrio futuro de la vida y de la Tierra. Apoyemos metas ecológicas integrales
Con una coordinación y educación adecuada sobre los elementos y recursos de las “islas ecológicas urbanas” a partir de la capacitación por parte del gobierno, universidades, ONGs y las tradicionales formas organizativas de los consejos populares, se puede tener otra realidad y mejor operatividad de la esfera legislativa sobre las cuestiones del arbolado urbano.
Como toda iniciativa gubernamental, esta se debe de postrar un civismo ciudadano, por lo que rogamos hacer valer la ley bajo la ética y moral, en especial con temas sobre la denuncia, inspección, vigilancia y sanciones.
Esta legislación debe de encausarse por el Bien Común, que no se logra así nomás sin el esfuerzo y la cooperación de muchos. “Pertenece al Bien Común de la Tierra y de la Humanidad todas las formas de gobierno que apoyan la participación inclusiva de los ciudadanos en la toma de decisiones y que favorecen el acceso irrestricto a la justicia”.
La integración de este análisis y diagnóstico preliminar ofrece la oportunidad de empezar la crucial comprensión de la naturaleza de algunas aristas de nuestro que hacer en esta crisis geopolítica, promover nuevos retos y construir puentes hacia la posibilidad de un nuevo mundo.