“El 29 de septiembre se festeja la vida e historia del Hombre de Maíz”

México tiene una diversidad biológica condicionada por su geología. El territorio mexicano consigue parte de esa biodiversidad por la tarea histórica en prácticas de cultivo. El maíz es el resultado de una riqueza biocultural, mediante la interacción del número de especies (biodiversidad), centros de domesticación (agrodiversidad) y número de lenguas (etnodiversidad).

El hombre del siglo XX y XXI impulsa las ciencias agrícolas modernas para la manipulación tecnológica intencional a gran escala de los sistemas de la Tierra relacionados con la alimentación (geoingeniería). El sistema económico toma acción sin conciencia de la riqueza genética del planeta Tierra, con el supuesto afán de encarar retos globales en alimentación, medio ambiente y energéticos.  Los resultados configuran estragos críticos e irreversibles en las condiciones de los sistemas naturales, con la contaminación por agua, tierra y aire del acervo ancestral.

México es el centro de origen y de diversificación del maíz. Su defensa requiere de una concepción materialista de la naturaleza, que es tal y como se presenta ante nosotros, sin aditamentos y modificaciones extrañas. Las personas campesinas e indígenas de México toman muy en claro esta posición y se demuestra por su descendencia y supervivencia sin el uso de prácticas basadas en la agricultura industrial.

La semilla nativa acumula el tiempo de trabajo en cada generación, dando una identidad al pueblo que se condiciona por el medio ambiente que lo rodea. Las semillas no deben ser comprometidas por los intereses de la industria. Cuando entregamos las semillas se vive la miseria, desolación y muerte. La semilla alberga riqueza para el quehacer de la autonomía de la gente.

El 29 de septiembre de 2009 se celebró por primera vez el día nacional del Maíz en México. Anualmente en esta fecha se festeja la vida e historia del Hombre de Maíz. La concurrencia del mexicano en esta efemérides 1) fortalece la resistencia biocultural en comunidades campesinas y la ciudad, 2) impulsa centros de enseñanza y difusión en zonas carentes de conocimiento sobre cultivos, 3) converge sobre el irrefutable peligro de los transgénicos (organismos genéticamente modificados; GMO), 4) establece herramientas alternativas para no depender de un paquete tecnológico desde el Estado, y 5) decide el caminar de su pueblo por una soberanía y derecho a la alimentación y buena salud.

Unirse a la resistencia contra la introducción de semillas híbridas, genéticamente modificadas y sus variedades es prioritario en tiempos de crisis y cambio. El movimiento busca revocar las leyes que prohíben el uso las semillas autóctonas, los salarios pobres para el campo y las restricciones para que los campesinos introduzcan sus productos a precios dignos por su trabajo. Esta acción social es una verdadera lucha por la libertad y la seguridad alimentaria. “Aquellos revolucionarios que no buscan un huerto son inútiles al ser dependientes del mismo sistema que atacan, produciendo palabras y balas, sin atender comida y abrigo”. (B. Mollison)

El contenido de este comunicado es adherente a la Campaña Nacional Sin Maíz no hay País*, y la Unión de Científicos Comprometidos (UCC*).

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